El enfoque histórico en urbanismo

El urbanismo es derecho, pero también es historia. Por supuesto, es también geografía y es también una disciplina técnica, ingenieril y espacial (arquitectónica). Pero no nos engañemos, por mucho que nos pueda molestar a los arquitectos oírlo, esto último (ingenieril y espacial) es medio y, en el mejor de los casos, resultado, pero no causa del urbanismo.
La causa del urbanismo es una necesidad derivada de las actividades que desarrollan el conjunto de los individuos de una determinada comunidad como miembros de tal comunidad. Y esto implica directamente y en primer lugar al derecho. La ciudad la hace la comunidad organizada de un determinado modo, y esto implica reglas de acción que al tener que ver con la relación entre lo público y lo privado son predominantemente reglas jurídicas.
Pero la ciudad, se ha dicho muchas veces, es un ente "vivo", lo que quiere decir que cambia a lo largo del tiempo, tiene siempre un pasado que determina su presente y condiciona su futuro. Las reglas jurídicas no pueden encerrar nunca la complejidad de este movimiento "natural" de la ciudad. Las reglas jurídicas son reglas y las reglas son siempre algo en sí mismo muerto. La vida sigue reglas pero rebasa siempre todas las reglas.
Por eso creo que la disciplina que mejor se adapta al estudio de la ciudad es la historia. No en un sentido historicista, curioso, sino en el sentido de que los problemas que plantea la ciudad al urbanismo son de la misma índole que los problemas que le plantea la historia al historiador: hay que establecer los hechos e interpretarlos, y para ello hay que proponer teorías (modelos) que se revisan una y otra vez en función de los hechos (siempre en función de los hechos).
La "técnica" histórica, en este sentido, es la que mejor se adapta al estudio de la ciudad y la que permite elaborar los modelos más completos ─siempre con ayuda de la geografía, la ingeniería y la arquitectura─ de cómo "se mueve" la ciudad. Es solo desde ahí que pueden incardinarse el resto de técnicas de hacer ciudad y aplicarse el derecho para proyectar el futuro de la ciudad. O al menos de la ciudad democrática tal y como entendemos hoy en día la idea de democracia.

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